14.5.08

Yo parecía un peregrino de alguna religión en la cual todos creemos al nacer y la abandonamos con el paso del tiempo. De alguna diosa violenta y radiante, fría y abatida como el mundo. Yo solo te invocaba sin llamarte, esperando que aparezcas. Y mi voz te disipaba y mi silencio no te alcanzaba. De que valían las noches sin ver tus estrellas o el día sin sentir el calor del sol. Ya no más. Me canse de esperar. Solo déjame guiarte por este mundo. Abandona tus tronos y tus tormentos allá arriba. Baja y déjame mostrarte de nuevo lo que es el riesgo y la duda. Lo que es la espera y el cariño. Lo que es fuego y pasión. Ven a renacer a esta tierra, que acá te buscaré hasta que no me quede ni voz ni fuerza para llamarte. Por que gracias a ti he reencontrado lo perdido y se fortalecido lo que nunca pensé reparar.

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